Una buena nutrición, protección y estimulación durante los primeros años de vida del bebé, son esenciales para que su cerebro se desarrolle correctamente, esto aunado a los genes y experiencias tales como el cuidado, la comunicación, el juego y una atención afectiva, influye en las conexiones neuronales. La combinación de lo innato y lo adquirido establece las bases para su vida futura.
Sonreír y levantar la mano para tocar a mamá, son de las primeras habilidades de los bebés y, son indicadores de un correcto desarrollo, a una determinada edad. El juego es la base para el desarrollo de estas habilidades, hablar, aprender, comportarse, moverse, gatear, caminar y posteriormente saltar. Durante el primer año de vida, aprenden a estirarse, a enfocar la vista, a explorar, emitir sonidos y, a reconocer personas y objetos que los rodean, el proceso de aprendizaje relacionado con el lenguaje, el pensamiento, el razonamiento y la memoria, corresponde al desarrollo cognitivo o cerebral. Aprender el lenguaje es más que balbucear o decir ma-má y pa-pá, es el entendimiento, el escuchar, el tratar de expresarse a través del llanto o emitiendo sonidos e ir reconociendo e identificando a las personas que lo rodean por su nombre (mamá, papá).
Durante esta corta pero muy importante etapa, se forman los lazos de confianza y afecto con los padres y otras personas con las que conviven, la forma es que el bebé es cuidado y atendido, si lo cargan, lo abrazan o juegan con él, definirá la manera de interactuar con su familia y el resto de la gente con la que interactúa, como amigos, compañeros de colegio y maestras, lo que constituye el desarrollo socio-emocional.
Simultáneamente, se van desarrollando otro tipo de habilidades, no menos importantes como son las físicas que involucra el movimiento y los músculos del cuerpo, estas habilidades se dividen en motrices finas y gruesas. Las primeras son los movimientos detallados que incluyen sus manos, dedos y muñecas y, que lo preparan para su vida escolar, como la escritura, dibujos y trazos. Las segundas, involucran el cuerpo completo y las extremidades para lograr el equilibrio, la agilidad, la fuerza de los músculos y la destreza entre otros.
Consejos para una crianza positiva:
- Cuida tu salud física, mental y emocional. Tener un bebé es muy demandante y requiere de mucha paciencia y desvelos. Si tu estás bien, podrás dar lo mejor de ti.
- Tu bebé conoce tu voz, habla con él, cántale y respóndele cuando emita sonidos, lee cuentos por las noches, ponle música. Tu voz, además de calmarlo, le ayudará a aprender y entender el lenguaje, además, lo estimulará a crear sonidos. Todo esto ayudará al desarrollo cerebral.
- Pasa el mayor tiempo posible con él, cárgalo y abrázalo, dale mucho amor, lo harás sentir amado, seguro y protegido.
- Elógialo o aplaude sus logros, por más pequeños que sean, dile cuánto lo amas y lo orgullosa que estás de él.
- Juega, lánzale pelotas u objetos para que los alcance, permite que se mueva el mayor tiempo posible, respetando su ritmo de aprendizaje sin compararlo con otros bebés de la misma edad.
- Paséalo, estimúlalo con nuevos caminos y paisajes, explícale dónde están, ya sea en el parque, en el centro comercial, en una calle, etc., pásalo de una carriola a un montable donde pueda estar sentado de forma segura para poder admirar lo que lo rodea. Serán sus primeros pasos a la independencia, donde ya no lo cargues tanto, esto será alrededor del primer año de edad.
El desarrollo de las habilidades involucra de manera simultánea “un todo”, es la combinación de lo innato con lo adquirido día con día y establece las bases para un correcto crecimiento no sólo físico, sino mental, social, afectivo y emocional. Acompaña a tu bebé en esta corta, pero muy importante etapa con tu presencia y mucho amor, que será la base de su vida futura.
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